Cuando nace el bebé, lo analizamos de arriba a abajo para comprobar que tiene todo en su sitio y una de la cosas en las que primero nos fijamos es en sus orejitas, si son grandes, pequeñas, prominentes, simétricas, alineadas… Sin embargo para valorar un posible defecto deberemos esperar a que el pabellón auricular se haya formado con todos sus pliegues, aproximadamente a los cinco años de edad.
El problema estético más frecuente en la infancia son las llamadas “orejas de soplillo”. En ocasiones, tienden a hacerse más discretas a medida que el niño crece, ya sea porque la cabeza va creciendo y se disimula la deformidad o en el caso de las niñas porque el pelo ayuda a disimularlas.
Algunos menores lo viven con normalidad, pero en otros muchos casos la deformidad es bastante notoria, llegando a afectar a su autoestima, a la relación con sus iguales, al rendimiento escolar… A partir de cierta edad, alrededor de los seis o siete años, ya empiezan a tener noción de su apariencia física y es entonces cuando comienzan a manifestar abiertamente a sus padres su interés por ser operados. Es entonces y no antes cuando los padres han de plantearse el someter a su hijo a una cirugía correctora, siempre que éste sea capaz de entender el proceso y colaborar en el post-operatorio.
La otoplastia es la forma genérica con la que denominamos la cirugía plástica destinada a corregir las deformidades de las orejas. Se trata de una intervención muy gratificante, sencilla, de bajo riesgo y su recuperación es muy rápida. Por todo ello, es la cirugía reparadora más solicitada entre los menores de edad. De hecho, al menos la mitad de las personas que se someten a una cirugía de orejas son niños.
Comúnmente se realiza una incisión en el pliegue posterior de la oreja, se despega la piel del cartílago, se esculpe el cartílago el cual se dobla hacia atrás, se puede extirpar la piel sobrante de la parte posterior de la oreja (en ocasiones también es preciso extirpar parte de cartílago o de la piel anterior al mismo) y se sutura.
Esta intervención, de aproximadamente hora y media de duración, se suele llevar a cabo con anestesia local; al tratarse de una cirugía ambulatoria, podremos llevarnos a nuestro hijo a casa después de un período breve de recuperación. Si el Doctor Leopoldo Cagigal lo cree necesario, o es preferencia del paciente/familia, puede asistirse con sedación intravenosa por parte de un Anestesista.
Finalizada la intervención, se le colocará un vendaje que sustituiremos por una cinta compresiva que deberá llevar de forma permanente durante 3 ó 4 semanas, pero que los menores toleran muy bien. Posteriormente sólo deberán usarla un mes más a la hora de dormir.
¿Existe alguna alternativa a la cirugía?
Las orejas de soplillo es una deformidad que se debe por lo general a una falta de definición o exceso de desarrollo de los cartílagos que conforman el pabellón auricular. En el mercado existen diversos sistemas para intentar darle forma al cartílago, pero solo se han observado buenos resultados en casos muy seleccionados y en los primeros meses de vida que es cuando el cartílago es más blando y por lo tanto más maleable. El principal inconveniente de estos dispositivos radica en que las orejas son tan pequeñas que resulta muy complicado colocarlos adecuadamente; asimismo se ha observado algunos casos de dermatitis producida por el pegamento de las tiras adhesivas.
Intenta posicionar bien la cabeza del niño durante el sueño, evitando que duerma con la oreja doblada.
