De sobra es sabido que el tabaco produce envejecimiento prematuro de los tejidos, empeora la salud y está relacionado con la aparición de numerosos cánceres y enfermedades cardiovasculares. Pero, ¿en qué medida el consumo de tabaco afecta a las personas que se van a someter a una intervención de cirugía estética, plástica o reparadora? ¿tengo que dejar de fumar antes de la operación?
Estas y otras cuestiones nos plantean a diario las personas fumadoras que acuden a nuestra consulta con el deseo de operarse. Ni todo es blanco ni todo es negro, a continuación intentaremos arrojar luz sobre este temor que sufren nuestros pacientes en este sentido.
El tabaco es vasoconstrictor, por lo que fumar a diario o ser fumador pasivo hace que los vasos sanguíneos se estrechen y en consecuencia transporten menor cantidad de oxígeno a las células, factor clave para una buena cicatrización. Al requerir más tiempo para curarse las heridas se incrementan las posibilidades de complicaciones en la recuperación, tales como infecciones, necrosis de la piel…
Complicaciones que se acentúan cuando se trata de intervenciones de cirugía estética en las que se requiere un aislamiento o levantamiento de la piel para obtener el resultado deseado como es el caso de la reducción mamaria, mastopexia (elevación mamaria), abdominoplastia y lifting facial o cervical.
Por este motivo muchos de nuestros pacientes aprovechan este momento para abandonar el consumo de tabaco, pero tan solo el 5% lo consigue. Dejar de fumar no solo es una tarea complicada sino que puede llegar a ser contraproducente. Si bien fumar es perjudicial para la recuperación y el desarrollo de una intervención estética, dejar de hacerlo de forma drástica también lo es, ya que además del síndrome de abstinencia existen otros riesgos asociados tales como:
- El paciente suele estar nervioso antes de una intervención y si a esto le añadimos la ansiedad producida por la abstinencia, la tensión arterial podría aumentar, pudiendo derivar en hemorragias agudas o provocar taquicardias.
- Al aumentar la ansiedad puede ocasionar un pico alto de prolactina (hormona productora de leche en las mamas) y ocasionar galactorrea (secreción láctea), por lo que si nos sometemos a una cirugía mamaria, se incrementa el riesgo infeccioso.
- La abstinencia del tabaco hace que tengamos una mayor sensibilidad al dolor y los analgésicos hacen menos efecto, por lo que el postoperatorio podría ser más duro.
- La hipersecreción bronquial: Aumenta la acumulación de mucosa en los pulmones pudiendo derivar problemas pulmonares en el postoperatorio.
- Al dejar de fumar, los fumadores suelen tener una tos muy violenta, debido a la irratibilidad de la mucosa bronquial.
- La hiperreactividad bronquial podría provocar crisis asmáticas o broncoespasmos, por lo que llegado el caso se podría llegar a suspender la intervención.
Por todo lo expuesto hasta ahora, nuestra recomendación es que el paciente reduzca progresivamente el consumo de tabaco, pudiendo ser más flexibles en aquellas cirugías que no requieren un despegamiento de los tejidos tales como la rinoplastia, blefaroplastia, otoplastia, mamoplastia de aumento, liposucción… De tal manera que si se consiguen fumar de tres a cinco cigarros al día evitaremos los riesgos y complicaciones antes descritos sin disminuir significativamente el tiempo de cicatrización.
En cualquier caso, deberá seguir siempre las indicaciones de su cirujano.